· Joven que recibe una confirmación de cáncer de mama a sus 24 años, pero que decide luchar, actuar y servir hoy como conferencista para apoyar y sensibilizar a jóvenes y adultos.
Amanda Fiatt, una joven de 25 años residente en la zona oeste de San José, se encontró con una noticia que a nadie le gustaría escuchar a su edad: fue diagnosticada con cáncer de mama a los 24 años.
A pesar de que muchos médicos le decían que debido a su juventud era improbable, que se tratara de cáncer de mama, Amanda y su familia persistieron en explorar todas las opciones de diagnóstico debido a antecedentes familiares.
Después de múltiples biopsias, una resonancia magnética y un TAC, los médicos confirmaron que necesitaba una mastectomía en su pecho izquierdo, que implicaba la extirpación de todas las glándulas mamarias y el pezón para eliminar el cáncer.
Ante una noticia tan abrumadora, ¿qué siente alguien? ¿Cómo se enfrenta?
Desde su diagnóstico, Amanda compartió su historia en las redes sociales, enfocándose en vivir lo mejor posible y en cómo su experiencia podría ayudar a otros.
Tenía claro que, aunque no podía controlar su cuerpo, sí podía controlar su actitud, aseguró: «En la vida siempre hay problemas, lo que hace la diferencia es cómo los enfrentamos.
La adversidad estará presente, pero podemos atravesarla aprendiendo y con una sonrisa en el rostro; la actitud es lo único que podemos controlar», comentó Amanda.
Tres semanas antes del diagnóstico, Amanda había emprendido su primer restaurante, que se convertiría en un motor esencial para luchar con determinación por su vida: «Esperé mucho tiempo por este momento y no voy a permitir
que una enfermedad me robe la ilusión y la felicidad que este negocio me da».
Amanda enfoca su resiliencia en la gratitud y se concentra en los aspectos positivos y las lecciones que el cáncer de mama le ha enseñado. Aunque ha habido momentos de miedo y tristeza, ella insiste en enfrentarlos y salir adelante con más fuerza y determinación.
Inseguridades corporales, estrés y preocupaciones han cambiado su perspectiva. Sus prioridades han evolucionado y ahora se siente más feliz consigo misma y con su vida en general.
La experiencia de ver a algunos de sus familiares superar diferentes tipos de cáncer le dio la esperanza de que, aunque no sería fácil, podía salir adelante.
Hoy en día, Amanda es una sobreviviente, un título que lleva con valentía. Su propósito se ha transformado, y ahora se dedica a compartir su historia y lo que ha aprendido durante el proceso a través de videos en sus redes sociales y brinda charlas en empresas, universidades y colegios.
«Para mí, todo esto que he vivido tiene un propósito y lo que más deseo es compartir mi historia y todo lo que aprendí en el proceso con quien lo necesite. No fue fácil, pero si puedo ayudar a una sola persona, todo habrá valido la pena», concluyó.
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