Franklin Castro R.
El programa Intrusos de la Farándula de Canal 11 de Repretel, debería ser utilizado como ejemplo en las universidades, en donde se imparte la carrera de periodismo. Debería proyectarse en las aulas, como lo que jamás debe hacerse en el ejercicio de la comunicación, pues está visto que el espacio no aporta nada productivo al televidente.
Resulta contraproducente el silencio (o tratamiento sumiso) de Intrusos respecto a las “estrellitas” de la casa, frente a la sobre cobertura que le dan a los demás (sobre todo a la competencia), persiguiéndolos casi hasta el acoso, amparados en el ligero argumento de que el televidente tiene derecho a estar informado.
Como sabemos la nota de espectáculo forma parte del periodismo, pero la información a la que siempre se debe tener acceso, es aquella que es de interés público. Pero qué connotación nacional puede tener un pleito de mujeres y una secuencia de dimes y diretes respecto a una decena de nimiedades, que deberían interesar solo a sus únicos actores.
A los Intrusos todo lo que no esté de su parte les molesta, se creen los dueños de la verdad y a veces hasta pretenden dar cátedra de periodismo (en donde creen que trabajan, ¿en la BBC?). No aceptan críticas y cuando se les señala, atacan de cualquier forma, pero evadiendo el tema de fondo.
Dicen que si una determinada fuente no les quiere hablar lo respetan, pero viendo la “perseguidora” que le montaron a la presentadora Nancy Dobles en Palmares, uno no los entiende. Respetan, pero insisten e insisten hasta el cansancio. Incluso hasta le hacen un fijo (esperar frente a la casa a la persona por horas).
Con la cantante Lucero fue igual, ella no quiso hablar de cosas personales y eso fue suficiente para que la emprendieran contra la mexicana. Ofendidos por su silencio, trataron de minimizar su presentación en el país. O sea, la Lucero cometió un gran pecado en no responder a las consultas de “interés nacional” de los intrusos.
Pero lo que a mi me paró hasta el último pelo, fue saber que al Presidente de la República Dr. Oscar Arias Sánchez, dizque le gusta el programa. Ha dicho que admira las curvas de Katheryn Arbenz (no es para tanto, los años pasan) y que le encanta la sonrisa de la “piernilarga” de Catalina Mendieta (es mejor la de Nancy).
Me disculpan, pero pensar que el Nobel de la Paz, sea asido televidente del espacio, me produjo vergüenza ajena, pues suponía que nuestro presidente dedicaba las noches a observar el rumbo del mundo a través de las prestigiosas cadenas internacionales BBC, TVE, CNN y la DW Alemana, entre otras. Pero ya ven, presidentes vemos, gustos televisivos no sabemos.