Rompamos con los estereotipos
· En este Día del Padre es crucial reconocer y romper con los estereotipos del pasado que han limitado el papel de los padres en la crianza de los hijos y los han colocado como meros proveedores y personas lejanas a la infancia del menor.
Los padres de familia tienen un rol clave en el desarrollo emocional, social y cognitivo de sus hijos que se genera a través del vínculo.
Los estudios psicológicos más recientes respaldan la importancia de una crianza afectuosa y comprometida para el bienestar y presagiar un futuro exitoso de las personas menores.
Las interacciones lúdicas, afectuosas y seguras establecidas en la infancia temprana proporcionan la base para una sólida salud mental y emocional.
“Definitivamente, los padres desempeñan un papel crucial en el fomento de la autoestima, la regulación emocional y la adquisición de habilidades sociales.
Estos factores no solo influyen en el desarrollo presente de los niños, sino que también tienen un impacto duradero en su vida adulta”, señaló Álvaro Solano, director de la Escuela de Psicología de la Universidad Fidélitas.
«De hecho, numerosos estudios psicológicos han demostrado que los niños que reciben una crianza positiva y receptiva tienen mayores habilidades para establecer relaciones saludables, una mayor inteligencia emocional y una mejor capacidad para enfrentar desafíos en la vida”. Agregó Solano.
Se debe aclarar, que aunque muchos menores no han tenido la oportunidad de tener un vínculo saludable con el padre, no quiere decir que estén condenados al fracaso y al desequilibro emocional. En diferentes contextos la figura masculina ha sido representada por otros cuidadores que han tenido la capacidad para ejercer ese rol.
“Los niños que tienen una relación cercana y afectuosa con sus padres desarrollan un vínculo sano, que les genera seguridad e independencia”, indicó el profesional en Psicología. Los patrones que un padre establece en las relaciones con sus hijos, ayudará al desarrollo social con otras personas.
Por lo tanto, la idea de que los padres no tienen habilidades para el cuidado, que son menos afectuosos e involucrados emocionalmente en la crianza de sus hijos o que son meros proveedores económicos ha quedado obsoleta.
Los padres de hoy están asumiendo un papel activo y participativo en la crianza, trabajando en conjunto con las madres para brindar amor, apoyo y orientación a sus hijos, enfatizó Álvaro Solano.
En este sentido, hacemos un llamado a la sociedad en general, a los educadores y a los responsables de formular políticas para que promuevan activamente la igualdad de género en la crianza de los menores y fomenten una mayor participación de los padres en el desarrollo de sus hijos.
Es urgente derribar los estereotipos que han perpetuado la idea de que la crianza es exclusivamente [i]responsabilidad de las madres, todo lo contrario, ambos deben estar presentes en la formación integral de los hijos.
Según el estudio realizado por Lamb, Michael E., y colegas (2013), titulado «The Role of the Father in Child Development», se encontró que los niños con padres involucrados tienden a tener mejores resultados académicos, mayor autoestima, mayor capacidad para establecer relaciones saludables y una menor incidencia de problemas emocionales y conductuales.[1]
Además, investigaciones llevadas a cabo por Anna Sarkadi y colaboradores, revelaron que la participación activa de los padres en la vida de sus hijos se asocia con un mejor desarrollo socioemocional en la infancia y la adolescencia, incluyendo una reducción en el riesgo de trastornos del comportamiento, depresión y ansiedad.
Por el contrario, la ausencia del padre puede generar sentimientos de pérdida, abandono y soledad en los niños, que si no se aborda de una manera adecuada llevando al niño a la aceptación de la pérdida, podría presentar dificultades para regular sus emociones y enfrentar situaciones estresantes, lo cual puede manifestarse en forma de ansiedad, depresión o baja autoestima.
La falta de una figura paterna puede estar asociada también con un mayor riesgo de comportamientos problemáticos en las personas.
Pueden mostrar agresividad, impulsividad o dificultades para seguir normas y límites.
También pueden tener dificultades en el establecimiento de relaciones saludables con sus pares.
La ausencia del padre puede generar dudas e inseguridades en cuanto a su propia identidad y su rol en la sociedad.
Es importante destacar que estos efectos no son universales y que muchos niños pueden desarrollarse de manera saludable a pesar de la ausencia de la figura paterna. La presencia de otros adultos de apoyo, como familiares, mentores o modelos de rol positivos, puede mitigar algunos de estos efectos negativos.
En situaciones donde la figura paterna está ausente, es fundamental brindar a los niños un entorno seguro y estable, con apoyo emocional y afectivo. También se recomienda buscar recursos y redes de apoyo para los niños y sus familias, como terapia familiar, grupos de apoyo y programas de orientación.
Es importante recordar que cada niño y cada situación son únicos, y es fundamental abordar las necesidades individuales de cada uno para promover su bienestar y desarrollo saludable.
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