Franklin Castro R.
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Hermoso pasado. Desde niño viví la radio, como lo hacían muchas de las personas en esa época: Para informarse, entretenerse y adquirir conocimientos. Sin embargo siguiendo las transmisiones deportivas, sentí una gran admiración y aprecio por una dupla que para muchos y sobro todo para mí, ha sido la mejor de todos los tiempos: José Luis El Rápido Ortiz (q.d.D.g.) y Javier Rojas González.
Fue escuchando a Don Javier, con aquella capacidad inmensa de oratoria, incisivo en el comentario, memoria prodigiosa y una gran voz, que nació en mi la pasión por la radio y mi afinidad por los colores rojiamarillos en el fútbol nacional. Un tímido con ganas de utilizar un micrófono, cuando temía y sigo sintiendo cierta inseguridad al hablar en público. Las cosas extrañas de la vida.
No sé cómo pasó, pero aquel joven inseguro que apenas abandonaba las cálidas aulas del Colegio Técnico Profesional Agropecuario de Paquera, consiguió un encuentro con el más grande del periodismo deportivo del país y más allá. Llegué a Zapote la mañana del martes 19 de enero de 1988. Ingresar a aquella Cadena de Emisoras Columbia, fue algo impresionante: No podía creerlo.
Iba a mostrarle los datos estadísticos del fútbol nacional que había acumulado por varios años, mientras escuchaba las transmisiones deportivas en radios de baterías y bajo la luz de una canfinera, en San Rafael de Paquera. Eran tiempos memorables cuando le leía la Biblia a mi abuelo Aureliano Ramírez Arias y hacía bizcochos en un horno de barro, con mi abuela Romelia Vega Solís.
Había coordinado la cita con Luis Alberto Rojas “Chabelo” (q.d.D.g.), quien fuera el mejor control central de Columbia, en aquellas kilométricas transmisiones deportivas de los domingos. Don Javier me recibió en su oficina. Vio mi trabajo y me dijo que le gustaba. Le mostré algunas poesías que nadie había visto. “Esto me gusta, en eso soy como usted”, me dijo “El Capo” con aquella voz señorial.
Yo había ido a San José a pedirle una oportunidad. ¡Qué atrevimiento por Dios!. Don Javier me dijo que para llevar las estadísticas para Columbia, debía irme para la Capital. La propuesta “me asustó”, pues pudo más mi apego al pueblo y la inseguridad que me imponía la timidez, que la posibilidad de hacer realidad un sueño: Compartir micrófono con el más grande de la radio deportiva costarricense.
Don Javier me preguntó si me gustaba leer y ante mi respuesta afirmativa me regaló un libro: El Mundial de Alemania de Pedro Escartín. El “Capo” me miró y creo que pudo leer mis pensamientos. Me dio cinco mil colones y me dijo, -tome para que se ayude con el viaje-. Yo apenas había ido a Columbia con los “pases”, algunos colones que me había ganado trabajando con don Elí Arce Salas.
Los años pasaron y en la misma fecha (19 de enero), pero de 2009, echamos a andar un proyecto muy significativo MI PRENSA ¡Gracias Don Javier! por haber inspirado mi interés por la comunicación. Eso no lo olvidaré jamás. Nos dejaste el miércoles 05 de Septiembre del 2018 y nos abrumó la tristeza. Adiós al más grande. Que Dios lo acoja en sus dominios.